Por Luis Aníbal Medrano S.
Partiendo del hecho de desconocer los principios lógicos de la política partidista que utilizan ciertos sectores de la oposición dominicana, y colocándome la chaqueta y el sombrero de una ignorancia inducida, quisiera preguntarle a esos genios hipócritas del activismo político, cuál es el instrumento de medición que ellos utilizan para determinar la inteligencia de los dominicanos que no pertenecen a sus empresas gestora de proselitismo.
Todo este lenguaraje anterior surge de la condición de rabieta que aflora cuando una lee, escucha o vez el discurso farsante de una oposición desesperada esgrimiendo argumentos que en la mayoría de los casos producen ataques de carcajadas burlonas por el grado de payasería que contienen dichos discursos.
A esos genio que duraron varios lustros gobernando y no resolvieron un solo problema nacional, esos que lejos de soluciones implantaron sistemas de desfalcos a las arcas nacionales, es bueno recordarles que no estamos en la época de las cavernas, que los mensajes no llegan por señales de humos y que no existe nada lejanos por la cercanía que nos da la modernidad.
Tal vez resulte muy radical decir que no tienen calidad moral esos que considerándose semidioses y predestinados impusieron un sistema de gobierno donde se fomentó la corrupción en todas las esferas gubernamentales, desplazando esos tentáculos infernales a los barrios empobrecidos donde distribuían toda clase de productos nocivos generadores de estados de emociones anormales. Fueron tan descabellados que confesaron en su momento su teoría de pagar para no matar, pagando de diversas corruptas maneras.
Es posible que en su momento, la desesperación del pueblo por mejoría sustancial hizo que el pueblo cayera en el gancho histórico de permitir que ellos gobernaran, ellos que entre si se tenían y se tienen miedo.
Se le debe recordar a esos que no solucionaron nada y se lo robaron todo (menos los puentes y las catedrales), que estamos en la era de la globalización, donde todo lo que se hace queda archivado de una u otra manera, donde nada permanece oculto, donde existen buscadores en la red que lo tiene todo y un chin más.
Cambien el discurso y sean menos farsantes, que los dominicanos no somos tan brutos, olvidadizos y despreocupados como ellos creen que somos, que la generación idiotizada y degenerada que ellos crearon en el transcurrir tormentoso de sus años gobernados, no es la totalidad de la población, que los buenos somos más y el resto podemos contribuir a mejorarla.
La diferencia es clara y el pueblo los agarrará en la bajadita. Los casi presos y los presos no desplazarán a una gestión histórica que está marcando un antes y un después en la forma de gobernar.
Aprobado…
El autor es periodista, municipalista y político.