Por: Homero Luciano
Cuando me interesé por la poesía, miré hacia Chile. Era y es aún el único país de latinoamérica con dos poetas premios Nobel de Literatura: Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Es quizás por ello que dentro de lo que me ha sido posible, he hurgado sobre aspectos sociales, históricos y culturales de ese maravilloso país.
En estos días llegó a mis manos un libro de la autoría del chileno Manuel Guerrero Antequera titulado “Sociología de la masacre”, y su contenido, nos hizo recordar un episodio ocurrido hará casi cincuenta años, el cual marcó a muchos jóvenes de entonces, entrelazándolos por siempre con Chile: el golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende.
Recuerdo con claridad meridiana el día del bombardeo al Palacio La Moneda.
Resulta que, desempeñándose mi padre como Mayordomo en el Batey 7 del entonces Ingenio Barahona, en la mañana del 11 de septiembre del año 1973, un señor de nombre Jorge Nicolás (refinado y afrancesado haitiano de tez blanca, que a la sazón se desempeñaba en el referido batey, como encargado de la oficina del ingenio), con un radio portátil pegado al oído, le comunicaba a mi padre que en esos precisos instantes un golpe militar derrocaba al presidente de Chile.
Empezó a partir de ese momento a escribirse el guion horroroso de una obra dantesca.
Doce días después de la muerte de Allende, “murió” Neruda, el autor de “20 poemas de amor y una canción desesperada”, quien apenas dos años antes había sido galardonado con el premio Nobel de Literatura.
En medio de esas horas turbulentas, comenzaron en Chile las persecuciones y desapariciones. Los dominicanos de manera muy particular, no estuvieron exento de estos acontecimientos. Un hijo del prominente abogado y político Ramón Andrés Blanco Fernández, llamado Juan Andrés Blanco Castillo, de 25 años de edad, estudiante de Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile, fue uno de los tantos jóvenes desaparecidos en ese septiembre negro. Según se registra, su cadáver apareció tiempos después y sepultado en una fosa común, sus restos, jamás fueron localizados.
Informes y registros, totalizan que en Chile, más de tres mil personas murieron y desaparecieron entre 1973 y 1990. Con la Operación Cóndor, se gestaron además asesinatos selectivos de adversarios al régimen que hasta el día de hoy, se procuran esclarecer para procesar y condenar a los culpables.
Ahora, en los aprestos de la celebración de los cincuenta años del golpe militar, Manuel Guerrero Antequera, hijo de Manuel Guerrero Ceballos, uno de los tres miembros del Partido Comunista de Chile, secuestrado y degollado en marzo del 1985, nos presenta este interesante libro titulado “Sociología de la masacre”, tratando de explicarnos los elementos sociológicos de la violencia política, resaltando los usos o métodos “eliminacionista” o disuasivos, tomando como contexto la dictadura Chilena que protagonizara Augusto Pinochet.
Guerrero Antequera, con esta publicación que vio luz el pasado mes de marzo conmemora el 38 aniversario de la muerte de su padre (marzo 1985), y realiza un importante aporte a la memoria histórica de Chile, resumida en sus 182 páginas, editado por la editorial Planeta Chilena, evidenciando de alguna manera una especie de catarsis ante el drama amargo que vivió a edad temprana, y planteando como fundamento que: “comprender la violencia, permitirá en el porvenir poder anticiparla o probablemente evitarla”.
Manuel Guerrero Antequera, tiene en su haber un doctorado en sociología con posgrado en filosofía política y en el mundo académico está vinculado a la Universidad de Chile. Su madurez reflejada en esta obra es evidente; atrás parece haber quedado el joven que a los catorce años de edad, acaparó los reflectores de los medios cuando pronuncio el panegírico frente al féretro del padre asesinado, dejando al desnudo al ser humano-autor, como en una especie de resiliencia y perdón sanador, razones que de alguna manera pudiera servir de ejemplo para tantos que como él vivieron viacrucis semejantes.