POR VÍCTOR SUÁREZ
Cada tarde, al ocultarse el sol, tomamos nuestros instrumentos de trabajo, la guitarra, el contrabajo, el piano y algunos que otros trastos de percusión de segunda mano, nos dirigimos raudos a algún centro nocturno donde estaremos tocando y animando al público noche tras noches, muchas veces bien pagados, otras veces no tan bien, pero en actuación siempre. Un juglar de centro nocturno tiene un contacto directo con la gente, tiene que ser animador, showman, buen cantante buen músico, tener un amplio repertorio y además ayudar a los que quieren exponer sus cualidades artísticas, o sus frustraciones musicales, de lo contrario al día siguiente no tienes trabajo.
Nos pasamos toda una vida de hotel a hotel, de clubes a clubes. De restaurantes a restaurantes, de piano bar a piano bar, eso sí, contratados y con algunas que otras condiciones especiales para un artista. Sin embargo, aunque los periodistas visitan esos lugares donde siempre hay un show en vivo, para el público masivo pasamos casi desapercibido y para nada se le toma en cuenta a los bardos de centros nocturnos, trabajadores del arte día a día y noche a noche, solamente los aplausos de nuestros admiradores es nuestra recompensa.
Estamos claro que los premios son para personas que han descollado durante el año, pero ese show que cada período se presenta para reconocer a los sobresalientes de las artes en sus diferentes manifestaciones, es para artistas, pero los de la ambientación musical noche tras noche, estos no son tomados en cuenta y mucho menos son invitados. Pero, el salón se llena de persona que en la mayoría de las veces no tienen nada que ver con el arte nacional. Políticos, policías, médicos, y una cantidad de personas invitadas por su posición económica o social.
En todos los hoteles y centros nocturnos hay cada noche una arista, un grupo musical o un ambiente en vivo, haciendo arte, brindando alegría, y diversión Luis Manuel en el club Arrollo Hondo, Cada miércoles por las noches Faena en el Clarión, Víctor Suárez en el Scherezade, Daniel Manon en el Scherezade, Leo Palacio en los hoteles de Boca Chica, Leo Suberví, Rafael Valdera en el embajador, Danilo Kero en el Don Juan, Charlie en el Cowntry y un sin número de artistas que no hacen un espectáculo al año, sino un show diario para la gente que regularmente va a esos lugares y que los siguen.
Ahora bien, yo me califico artista y los califico artistas a todos los que dejan su alma en el escenario cada noche en todo el territorio nacional para hacer sentir bien a los concurrentes, y creo que merecen ser tomados en cuenta, aunque sea para aplaudir a los ganadores, los cuales son sus compañeros y por lo menos esa noche de presentación del espectáculo y premiación a los artistas dominicanos, no iremos a nuestros trabajos porque estamos ocupando un asiento en el punto donde se presenta la fiesta de los artistas.