Por: Amín Cruz
“Donde existe la esclavitud, es negada la dignidad humana, y avergüenza a todos los que dicen ser misericordiosos o comprometidos con los débiles y vulnerables del mundo. Los derechos humanos no son otra cosa sino la insistencia en la erradicación de la esclavitud y de la coerción en todos los aspectos de la vida. Pero, aun así, en el umbral del nuevo milenio, seguimos encontrando formas viejas, y lamentablemente, nuevas de esclavitud. Miles de personas de todo el mundo viven y mueren como esclavos en una forma u otra.”, Kofi Annan.
La esclavitud es uno de los fenómenos históricos más denigrantes que existe en la humanidad, aun ha evolucionado y se ha manifestado en formas diferentes a lo largo de la historia, en la actualidad todavía persisten algunas antiguas manifestaciones al amparo de creencias y costumbres tradicionales, las personas de castas inferiores, minorías tribales y los pueblos indígenas son, según Naciones Unidas, los más vulnerables.
Por otro lado, la esclavitud ha adquirido nuevas formas, como el trabajo forzado, el trabajo infantil y la trata de personas, donde las principales víctimas son menores y mujeres que sirven para abastecer las redes de prostitución y el trabajo en el servicio doméstico. En el artículo 4º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948 se afirma: “nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”. Un año después, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 2 de diciembre de 1949 el Convenio para la represión de la trata de personas y la explotación ajena.
Por lo que el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud y de la explotación de la prostitución ajena (resolución 317(IV) se conmemora el 2 de diciembre de cada año, desde 1949, esta fecha se debe a que ese día, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), aprobó el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación ajena, el de reclamar la erradicación de las formas contemporáneas de esclavitud como son la trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento de niños para utilizarlos en conflictos armados.
Los grupos pobres y marginados, en particular las minorías raciales y étnicas, los pueblos indígenas y los migrantes, se ven afectados de manera desmesurada por las formas contemporáneas de esclavitud. La desigualdad entre los géneros refuerza aún más las pautas de discriminación. Desde entonces se han realizado numerosos esfuerzos para atajar y abolir la esclavitud, con pocos avances según datos de organizaciones internacionales, como la OIT, UNICEF y otros organismos internacionales de protección de los derechos humanos.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de 40 millones de personas en todo el mundo son víctimas de la esclavitud moderna. Las más afectadas son las mujeres y las niñas que sumadas conforman el 71 por ciento del total, casi 29 millones. Mientras que el 25% son niños esclavizados, nada menos que 10 millones.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidad, la esclavitud son las situaciones de explotación en las que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder, si bien el trabajo infantil no entra dentro del término general de esclavitud moderna, normalmente se suele relacionar con ella.
Las nuevas formas de esclavitud, el tráfico de seres humanos se define generalmente como “la contratación, el transporte, la transferencia, el alojamiento o la recepción de personas, en la amenaza de recurso o el recurso a la fuerza o a otras formas de coacción, por rapto, fraude, abuso de autoridad o de una situación de vulnerabilidad, o por la oferta o la aceptación de pagos o ventajas para obtener el consentimiento de una persona que tiene autoridad sobre otra a efectos de explotación.” (Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la convención de las naciones unidas contra la delincuencia organizada transnacional).
Si este comercio no requiere barcos de esclavos, ni cadenas y bolas, el fondo del problema permanece: se trata de la violación de los derechos humanos y de la dignidad humana tal como enunciados en la Declaración Universal de los Derechos humanos de 1948, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) este fenómeno afecta millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, en todos los países.
El enfoque de la UNESCO para combatir el tráfico de seres humanos, a la explotación se suma el negocio de la trata de personas, en África, se venden menores por 14 dólares, actividad que según la OIT reporta a los criminales 7000 millones de dólares anuales. También en esta misma región, 80 millones de menores entre 5 y 14 años son obligados a trabajar en la prostitución y en actividades como la minería.
UNICEF calcula que 200 000 niños africanos son vendidos como esclavos cada año; entre 45.000 y 50.000 mujeres y niños son trasladados cada año por los traficantes únicamente a los Estados Unidos, el aumento del número de casos de trata de personas, así como su expansión a zonas que antes no estaban tan afectadas, coincide con el aumento de las dificultades económicas -especialmente en los países en desarrollo y en los países con economías en transición-, los enormes obstáculos a la migración legal y la existencia de graves conflictos armado
En el marco del “Proyecto para combatir la trata de las personas en África”, la UNESCO lleva a cabo investigaciones sobre los factores específicos que conducen a la trata de mujeres y niños en África, y organiza talleres de formación destinados a los responsables políticos, a las organizaciones no gubernamentales, a los líderes comunitarios y a los medios de comunicación, con el fin de sensibilizar e inspirar políticas para combatir esta forma moderna de esclavitud.
Este año, las protestas mundiales contra el racismo sistémico han suscitado una atención renovada acerca del legado de injusticias palpables en todo el mundo, cuyas raíces se remontan a la oscura historia del colonialismo y la esclavitud, pero la esclavitud no es simplemente una cuestión de historia pasada.
Por lo que António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, exhorto a los Estados Miembros, la sociedad civil y el sector privado a que intensifiquen sus esfuerzos colectivos para poner fin a esas prácticas abominables, también pido apoyo para detectar, proteger y empoderar a las víctimas y los supervivientes, entre otras cosas mediante el fondo fiduciario de contribuciones voluntarias de las Naciones Unidas para luchar contra las formas contemporáneas de la esclavitud.
El próximo año se cumple el 20º aniversario de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, aprobados por la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, en este documento histórico se define la esclavitud y las prácticas análogas a la esclavitud como violaciones manifiestas de los derechos humanos, por lo que no podemos aceptar tales violaciones en pleno siglo XXI.
Las víctimas de discriminación suelen pertenecer a los segmentos más pobres de la sociedad y, sin embargo, las estrategias de lucha contra la pobreza rara vez abordan el vínculo entre este fenómeno y la discriminación sistemática, por otro lado, la falta de igualdad de oportunidades, la igualdad de trato y la dignidad en el trabajo se dan también en víctimas de discriminación en otras esferas, no podemos olvidar la diversidad cultural del mundo que permite reconocernos como miembros de un solo mundo a través de la diferencia.
Para combatir el fenómeno se reclaman enfoques integrales, interdisciplinarios y de largo plazo que permitan abordar todos los aspectos del ciclo de la trata y reconocer implícitamente las relaciones entre la trata de personas, la migración, el racismo y la discriminación racial.
Desde el punto de vista de algunos humanistas, la lucha contra esta práctica no sólo es deber de los gobiernos, sino que es responsabilidad de todos, desde este enfoque, empresas, organizaciones de empleadores y trabajadores y las víctimas de esta discriminación y sus asociaciones tienen interés y un papel que desempeñar a la hora de aumentar los esfuerzos contra este fenómeno.
Asimismo, se tornaría necesaria la vigilancia multilateral del cumplimiento de los compromisos internacionales, así como la promoción en la educación de los derechos humanos en todas las esferas, la esclavitud no es una reliquia del pasado, sino una realidad muy presente. Unamos fuerzas para lograr un mundo sin esclavitud, terminemos con la esclavitud.
“El derecho a no ser víctima del trabajo forzoso es un derecho fundamental del trabajo, además de un derecho humano”, Guy Ryder.
Dr. Amín Cruz, PhD, Ministro Consejero: Diplomático, periodista, historiador, educador, escritor y presidente del Congreso Hispanoamericano de prensa, residente en New York.