Por Víctor Suárez
Los pueblos saben llorar sus lágrimas de sangre y alegria, los pueblos saben sacrificarse antes sus situaciones positivas o no.
Los pueblos aguantan hasta un día en que estallan y lo cambian todo.
Los pueblos ríen, cantan, lloran, son engañados sacrificados, lo tratan como invesiles, pero todo eso es hasta un día.
Los agoreros ahora dicen que el pueblo llorará lágrimas de sangre si gana este o cual partido. No nos asustaran más, ya no cogemos más de esas estupidas predicciones .
no tenemos miedo a las predicciones catastróficas del futuro.
Este pueblo se lanzó a luchar en el momento glorioso de la revuelta del 1965.
Celebró el triunfo de Balaguer en 1966. Se lanzó a las calles a celebrar el triunfo del PRD en el 1978
Lloró a Lili, se lanzó a las calles a llorar a Trujillo, se lanzó a las calles a llorar a Balaguer, se lanzó a las calles a llorar a Peña Gomez.
Estamos a costumbrados a equivocarnos y a reparar nuestros errores.
Que llore el pueblo. Los pueblos saben llorar por su mal y por su bien. Estamos acostumbrados a llorar y lloraremos no importa cuánto, no importa cuando, pero sin miedo, sin predestinados y sin adivinos.
Sin los que se creen que son los únicos que pueden y saben conducir el destino de un país.
Los pueblos cambian para su mal o para su bien y cambian porque así es la dinámica universal. Esas teorías obsoleta del miedo, el cuco y la ignorancia, no son compatibles con la época en que vivimos. No al continuismo, el apropiamiento, sea quien sea
Víctor Suárez.