Por Roberto Veras. –
Desde muy joven hemos venido escuchando las experiencias de nuestros ancestros, enseñándonos cada día, no mirar en la boca a un caballo regalado, o morder la mano que te da de comer, del mismo modo, todos hemos sido desafiados a contar nuestras adversidades y buscar el lado positivo.
Para algunos de nosotros, esto es difícil de hacer porque nuestra incapacidad para ser conscientes de cualquier bondad recibida está plagada de lo que yo llamo las TRES BASES: Envidia, Derecho y Expectativa, estas son tres causas profundas de la ingratitud.
1-Envidia. Las personas que sufren de envidia caminan por la vida dolorosamente obsesionadas por las ventajas que disfrutan los demás. Su fuerte deseo de experimentar las mismas ventajas provoca importantes resentimientos, que a menudo conducen a la ira y la infelicidad.
Los celos pueden impedir el contentamiento y la satisfacción en todas las áreas de nuestras vidas. Al comparar lo que no tenemos con lo que otros tienen, reducimos nuestra capacidad de apreciar las bendiciones en nuestra propia vida.
2- Derecho. Las personas que creen sin fundamento que merecen ciertos privilegios, beneficios o ventajas tienden a experimentar la vida a través de una serie de demandas y luchan por equilibrar el tomar de los demás con el dar. Valoran las relaciones en función de lo que otros pueden darles y se sienten insatisfechos cuando no obtienen lo que sienten que merecen.
Ejemplos de esto incluyen adolescentes que exigen ser compensados o recompensados por tareas que deberían estar haciendo como algo normal; estudiantes universitarios que sienten que merecen una «A» porque están pagando su educación, pero no han trabajado para obtener su calificación; y víctimas situacionales que usan su desgracia como justificación de por qué deberían recibir beneficios o favores adicionales.
3-Expectativa. Cierta expectativa es normal. Por ejemplo, mi jefe puede esperar que me presente a trabajar todos los días, y yo puedo esperar un cheque de pago cada mes; si no me presento, puedo esperar que no me paguen.
Desafortunadamente, la ingratitud es el resultado de expectativas irrazonables o inapropiadas, como esperar que otros lean mi mente; esperar que los demás dejen todo para satisfacer mis necesidades antes que las de ellos; y esperar que los demás den, den, den cuando yo no ofrezco nada a cambio.
Cuando expectativas como estas no se cumplen, el resentimiento y la ira afloran e interfieren con nuestra capacidad de celebrar y no dar por sentado las cosas buenas de la vida.
La envidia, el derecho y la expectativa son actitudes peligrosas y generalmente conducen a niveles poco saludables de ira, resentimiento, decepción, infelicidad y depresión. Emociones como estas hacen que sea extremadamente difícil hacer frente cuando las cosas no salen como queremos y hacen que nos comportemos de manera ineficaz cuando navegamos por el cambio, superamos contratiempos o satisfacemos las necesidades de los demás.
La buena noticia es que estas tres causas fundamentales de la ingratitud pueden vencerse, con un esfuerzo diario intencional para buscar y celebrar el lado positivo en todas las situaciones, la ingratitud puede ser reemplazada por agradecimiento y un espíritu de aprecio genuino por todo lo que la vida tiene para ofrecer.
Por Roberto Veras. –
Desde muy joven hemos venido escuchando las experiencias de nuestros ancestros, enseñándonos cada día, no mirar en la boca a un caballo regalado, o morder la mano que te da de comer, del mismo modo, todos hemos sido desafiados a contar nuestras adversidades y buscar el lado positivo.
Para algunos de nosotros, esto es difícil de hacer porque nuestra incapacidad para ser conscientes de cualquier bondad recibida está plagada de lo que yo llamo las TRES BASES: Envidia, Derecho y Expectativa, estas son tres causas profundas de la ingratitud.
1-Envidia. Las personas que sufren de envidia caminan por la vida dolorosamente obsesionadas por las ventajas que disfrutan los demás. Su fuerte deseo de experimentar las mismas ventajas provoca importantes resentimientos, que a menudo conducen a la ira y la infelicidad.
Los celos pueden impedir el contentamiento y la satisfacción en todas las áreas de nuestras vidas. Al comparar lo que no tenemos con lo que otros tienen, reducimos nuestra capacidad de apreciar las bendiciones en nuestra propia vida.
2- Derecho. Las personas que creen sin fundamento que merecen ciertos privilegios, beneficios o ventajas tienden a experimentar la vida a través de una serie de demandas y luchan por equilibrar el tomar de los demás con el dar. Valoran las relaciones en función de lo que otros pueden darles y se sienten insatisfechos cuando no obtienen lo que sienten que merecen.
Ejemplos de esto incluyen adolescentes que exigen ser compensados o recompensados por tareas que deberían estar haciendo como algo normal; estudiantes universitarios que sienten que merecen una «A» porque están pagando su educación, pero no han trabajado para obtener su calificación; y víctimas situacionales que usan su desgracia como justificación de por qué deberían recibir beneficios o favores adicionales.
3-Expectativa. Cierta expectativa es normal. Por ejemplo, mi jefe puede esperar que me presente a trabajar todos los días, y yo puedo esperar un cheque de pago cada mes; si no me presento, puedo esperar que no me paguen.
Desafortunadamente, la ingratitud es el resultado de expectativas irrazonables o inapropiadas, como esperar que otros lean mi mente; esperar que los demás dejen todo para satisfacer mis necesidades antes que las de ellos; y esperar que los demás den, den, den cuando yo no ofrezco nada a cambio.
Cuando expectativas como estas no se cumplen, el resentimiento y la ira afloran e interfieren con nuestra capacidad de celebrar y no dar por sentado las cosas buenas de la vida.
La envidia, el derecho y la expectativa son actitudes peligrosas y generalmente conducen a niveles poco saludables de ira, resentimiento, decepción, infelicidad y depresión. Emociones como estas hacen que sea extremadamente difícil hacer frente cuando las cosas no salen como queremos y hacen que nos comportemos de manera ineficaz cuando navegamos por el cambio, superamos contratiempos o satisfacemos las necesidades de los demás.
La buena noticia es que estas tres causas fundamentales de la ingratitud pueden vencerse, con un esfuerzo diario intencional para buscar y celebrar el lado positivo en todas las situaciones, la ingratitud puede ser reemplazada por agradecimiento y un espíritu de aprecio genuino por todo lo que la vida tiene para ofrecer.