Por Rafael de la Rosa
Desde su presencia sobre la faz de la tierra, el ser humano anda tras la búsqueda de la verdad en los más diversos ámbitos de su cotidianidad, de su trajinar imparable por un mundo en constante cambio que encierra, en muchas ocasiones, importantes esfuerzos para entender y dar respuestas a problemáticas que en ocasiones trascienden su posibilidad de entendimiento.
La imperfección que le acompaña desde sus orígenes se convierte en esa condición que le dificulta en momentos, armonizar con sus semejantes en ese principio imprescindible y que a través del tiempo ha tomado cuerpo en la sociedad actual, caracterizada por la revolución de la tecnología y la comunicación, nos referimos a la denominada “convivencia pacífica”.
¿Y que es la convivencia pacífica? es el proceso mediante el cual el individuo como ente social, como hacedor racional de procesos vinculantes a su desarrollo económico, político, cultural, etc; trata de dirimir diferencias con actores que le adversan en ideas e intereses, amparado en la organización del Estado, en la prevalencia de los principios de derechos y deberes sentados en la constitución política, en el conjunto de instituciones que han de garantizar y hacer respetar el orden emanado de la denominada “ Ley de Leyes”, sostenida sobre el orden jurídico que le sirven de sostén en sus propósitos.
En consecuencia, esa convivencia pacífica debe estar presente en gobernantes y gobernados; no es posible que la mismas funciones de modo racional cuando opere la imposición, la toma de decisiones sesgadas por apreciaciones coyunturales y de momento.
Sin lugar a dudas que, la convivencia pacífica, de modo llano y sin rebúsqueda de términos científicos, es una meta por cumplir en nuestra sociedad; caminamos hacia ella, decimos que es una meta por cumplir porque si bien presentamos importantes avances al respecto, quedan rezagos pronunciados frutos de un sistema democrático en perfección.
“La convivencia pacífica” es alma gemela de la consulta, del consenso, de acciones colectivas que permitan resultados adecuados y sostenibles en el tiempo.
Saludos afectuosos a todos (as) mis amigos (as) de este espacio virtual que nos permite interactuar con cada uno (a) de ustedes, de modo especial, a mis compueblanos de Loma de Cabrera, la localidad donde el Río Masacre, aún moribundo, hace presencia notoria en sus vidas.
Santo Domingo Oeste
7 de febrero de 2023