POR VÍCTOR SUÁREZ POETA Y CANTAUTOR DOMINICANO.
Sin dudas que la nueva trova cubana nos tocó el alma a todos los que teníamos en la sangre, el fuego llameante de la denuncia de los males de nuestro pueblo a través de la canción y la poesía.
A pesar de tener nuestros propios problemas como país y bajo condiciones muy diferentes, había que acudir a los cantautores cubanos como la fuente que nos nutría y nos inspiraba para continuar el sendero que ellos ya habían recorrido, había que escuchar a Silvio Rodrigues, porque la era estaba pariendo un corazón y así, entender que la canción había que recogerla con el día a día, que la canción debía nacer del hecho acaecido en el momento, que la canción debía ser como una noticias recogida caliente del pavimento y dársela en cuadernos de luna al público, como una clase, con el propósito de divertir y educar, a fusil contra fusil.
Era urgente seguir a Pablo Milanés y su Santiago ensangrentado, porque la vida no vale nada si cuatro caen por minuto y tú te quedas sentado cuál si no pasara nada. Nosotros éramos los guerrilleros de la trova dominicana decididos a la jornada. Sara González, Amaury Pérez y otros tantos que nos dieron luz para que nos mantuviéramos interesado en expresarnos y llevar el mensaje.
No éramos comunistas, ni revolucionario, ni nada, aunque casi siempre teníamos a alguien que nos orientaba, sobre cultura nacional, o cultura popular, discusión en la que los clubes cayeron para su degeneración, en mi caso, era la sensibilidad ante la desigualdad social, ante la miseria, ante la sangre de nuestros hermanos caídos por el hecho de expresar sus sentimientos.
Agradezco profundamente a Narciso Isa Conde, quien puso en mí ese afán de defensa al pueblo en el colectivo musical que él fundó y del cual yo formaba parte y por quien conocí a los cantautores cubanos que aquí venían. Muchas veces no supimos que el peligro rondaba nuestros escenarios, y simplemente nos entregábamos a la acusación con la guitarra y la voz como única arma.
En ocasiones nos llamaban lúmpen, en otras comunistas, de vez en cuando artistas, y otras veces cantautores panfletarios y etcéteras. No hubo un lugar del país donde no llegara uno de nosotros, Henríquez Feliz, y su Yaniqueque con Mavi Ramón Leonardo, su Francisco Alberto, Mario Díaz, Manuel Jiménez, Víctor Suárez, su canción a Orlando Martínez, Dioni Díaz, Xiomara Fortuna, José Antonio Rodríguez, Claudio Cohen, Sonia Silvestre, Manuel Frías y otros tantos que ahora no tengo en el recuerdo.
Éramos como postal repetida en los clubes culturales del país, las asociaciones de estudiantes, los partidos de izquierda, las cárceles, las escuelas y las centrales obreras, así como en sindicatos y en la universidad. Eso sí; gratuitamente, todo por concienciar a la gente para que también reclamara el derecho que le habían robado. Sin esperar recompensa alguna.
Cada uno de estos cantores de cierta manera dejó su huella en la conciencia de la gente y por ende en el pueblo, pero hoy me pregunto donde están estos trovadores que entregaron sus días y sus noches por la defensa de su pueblo? Que se expusieron al peligro de morir en mano de la banda colorá en un barrio cualquiera por cantar la necesidad del pueblo, por sus ideales?
Que hacen hoy día, quien los sigue, los busca y los protege? se buscaran uno a otro? los protege el partido de la liberación dominicana que tanto se benefició de ellos? Simplemente es una época que pasó y que como todo en mi país, se los llevó el viento. Víctor Suárez