Federico Henríquez Gratereaux analiza la evolución que ha experimentado la poesía desde los inicios de la humanidad hasta lo que se ha dado en llamar posmodernismo, en una conferencia magistral dictada en el marco del 50 aniversario de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña (BNPHU).
En su conferencia titulada “La poesía almacenada”, Gratereaux se centra en la visión que tienen los poetas posmodernos en torno a la sociedad y sus normas de convivencias.
Critica que muchos poetas posmodernos transgredan las normas sociales y que hagan uso exagerado de palabras vinculas al sexo y acto sexual en sus textos, en nombre de supuestos actos de rebeldía.
Además, rechaza que la poesía posmoderna pueda reproducirse en computadora, mediante un algoritmo, como sugirió un especialista en inteligencia artificial, con maestría en lingüística computacional.
Argumenta que si en ocasiones hasta los verdaderos poetas escriben “poesía artificiosa”, hay que esperar que las máquinas produzcan poesía fallida, frustrada o desarticulada, desde el punto de vista estrictamente artístico.
“La poesía producida “a mano”, con dolores e insomnio, tiene un prestigio milenario que no han podido disminuir los preceptistas literarios, críticos y lingüistas”, destaca.
Explica que los viejos poetas suponían que la cultura era una carrera de relevo, pero que más tarde vino la pretensión de querer ser “especie única”, arquetipo artístico irrepetible.
Se refiere al conocimiento artificial, fraccionado, donde la humanidad no está en boga, las personas se consideran expertos, especialistas en todo y existe un desprecio por el pensamiento filosófico.
“Las personas interesadas en la historia del pensamiento filosófico, se avergüenzan de sus inclinaciones por las ideas generales”, dijo.
“Desde que los versos rimados desaparecieron y las formas estróficas fueron desechadas, el poeta puede invadir, sigilosamente, el extenso campo de la prosa. Y así la poesía fluye, sin efectismos literarios, ni artificios retóricos y penetra en las almas desprevenidas de los lectores de revistas y periódicos. Una forma de contrabando artístico”, dijo el afamado ensayista.
Federico Henríquez Gratereaux es periodista y ensayista. Se ha desempeñado, entre otros cargos, como administrador general del Listín Diario (1963-1966), director de Relaciones Públicas de la Presidencia (1978-1982) y de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, y secretario de Estado sin cartera.
Además, fue director general del periódico El Siglo desde 1997 hasta el cierre de ese diario, en el año 2002.
Entre los títulos que ha publicado Gratereaux figuran: La feria de las ideas (1984, 1988, 1993, 2001); Peña Batlle y la dominicanidad (1990, 1996); Un antillano en Israel (1995); Negros de mentira y blancos de verdad (1988,1994); Cuando un gran estadista envejece (1995), entre otros.
Ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña (1979), el Premio Caonabo de Oro (2001) y la Medalla al Mérito Cultural, Ateneo Amantes de la Luz (2010).