Por Víctor Suárez
La historia entre estas dos naciones ha sido y será siempre la del cuento de nunca acabarse y en su evolución, aquí ha habido de todo, desde la más humilde de las amistades, hasta la más cruel de las masacres. Hoy día estamos ante una invasión pacífica del pueblo haitiano hacia la República Dominica.
Digo que es una invasión pacifica, porque como siempre es una lucha por la supervivencia, todos somos responsables de lo que acontece en este país, con respecto a la migración Haitiana, donde quiera que alguien necesita mano de obra barata, siempre se escucha un concejero decir, búscate un haitiano, por eso hoy día están diseminados en todo el territorio nacional, porque hay fuente de trabajo en abundancia para ellos.
El servicio doméstico, el sereno, los pega bloques, en la agricultura, en los ingenios y todo lo que tenga que ver con trabajo duro, incluso el estado usa su fuerza de trabajo para la construcción de zanjas y cloacas.
Si la familia se va de vacaciones, dejan un haitiano cuidando la casa, están en todas partes porque son de aquí, Nadie le pregunta si son legales o ilegales, venden frutas, jugos, helados, frituras y hasta conchando los he visto, limpiando el jardín en las casas de los generales y de políticos, así como en las iglesias.
Limpian zapatos, piden en los semáforos. Hay que dejarse de vaina y entender de una vez y por todas que este es un país siamés, imposible de separarse de su querido hermano, así que si vienen con enfermedades atípicas y endémicas, les damos hospitales y medicinas, si son delincuentes y asesinos, pues ahí están nuestros tribunales para administrarles servicios de justicia y locales carcelarios para que cumplan la pena, si vienen embarazadas, les damos hospitales y medicinas.
O somos la parte del frente de la República de Haití, o somos un país muy rico, que nos sobran puestos de trabajo y dinero. ¿Pero a dónde se ha ido la mano de obra desplazada por la mano Haitiana? Ya no están las zonas francas, Pues a las yolas hacia Puerto Rico, o la vuelta por México, la cual es más cara que un tiquete aéreo a cualquier parte del mundo, solamente les ha quedado, el destierro involuntario hacia otros países.
Nuestras muchachas de los campos que antes venían a hacer el trabajo doméstico a las ciudades han tenido que prostituirse dentro y fuera del país para sobrevivir. No es que esté en contra de la migración, ni de la haitiana, ni de ninguna otra a la República Dominicana, con lo que no estoy de acuerdo es con la usurpación de la mano de obra de manera ilegal, descontrolada en este lado de la isla.
Los campesinos ya no echan un día en el campo, porque pagarle a un haitiano es más beneficioso para el patrón, trabajan más y cobran menos según ellos. Así mucha clase de trabajo que a un dominicano hay que pagarle bien, a un inmigrante haitiano le pagan una chilata.
Pero ese dinero que los haitianos ganan se va completivo para Haití, ellos no lo gastan aquí, mientras el dominicano que acostumbraba a hacer ese trabajo queda sin funciones. Hay que hacerle entender al patrón, que el pago para un trabajador en la República Dominicana ha de ser el mismo, de acuerdo a su capacidad, no importa que el trabajador sea Dominicano, Español, Mexicano, o Haitiano, pero esas reglas es el estado quien tiene que ponerlas claras, no con represión contra los inmigrantes, no con dejadez como hasta ahora se ha venido haciendo, sino lo justo.
Mientras tanto, este artículo lo escribo con el llanto de los obreros de la construcción, los cuales han sido desplazados en más de un cincuenta por ciento y aun así el estado no tiene ni construye una política clara al respecto. @VíctorSuárezCRD