Autor. Lic. Luis Columna Solano/ Politólogo.
Vistas las leyes 33-18 y 19-20, sobre “Agrupaciones, Movimientos y Partidos políticos y Régimen Electoral”, las cuales trazan las pautas a todo lo relativo a procesos electorales y la partidocracia como sostén de la democracia, el certamen electoral 2024 habría que analizarlo en tres dimensiones, ya que los tres partidos políticos principales tienen definidos sus candidatos presidenciales.
En tal sentido, el partido oficial tiene en el presidente de la República la intención de retener el poder tras una posible reelección. En ese mismo orden, los partidos de oposición, Fuerza del Pueblo y Partido de la Liberación Dominicana, cuentan con la estelar participación del tres veces presidente de la República Dr. Leonel Fernández Reyna, y el actual Alcalde Municipal de Santiago y ex presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez Durán.
Con este complejo escenario político, las tres organizaciones tendrán que poner a prueba toda su experiencia y habilidades adquiridas en el ejercicio del poder. En tal sentido, el presidente Abinader razonablemente corre con la ventaja de estar en ejercicio del poder con una nómina pública clientelar. Sin embargo, existen antecedentes de otros ex mandatarios nacionales e internacionales que no lograron reelegirse. El ejemplo más reciente lo encontramos en Brasil con el actual presidente Bolsonaro.
Asimismo, el ex presidente Leonel Fernández tiene una experiencia de estado por encima de los demás contrincantes, y se presenta con un partido nuevo que, según las principales firmas encuestadoras, ha repuntado exponencialmente respecto al proceso electoral 2020, donde obtuvo un lejano tercer lugar. Ahora las encuestas lo sitúan polarizado con el jefe del estado, ambos por encima de los 30 puntos.
Pero la entrada a la arena del alcalde Abel Martínez, tras vencer convincentemente en el proceso interno del PLD el pasado 18 de octubre, cambia todo. Y no es que Abel sea un líder de dimensiones semejantes a Luis y Leonel, sino que representa a un partido con estructuras nacionales, vocación de poder, tigueraje y mucho dinero. Dicho esto, la pelota está en el aire y cualquier cosa podría pasar. Aún así, si de algo estamos seguros, es de un escenario de segunda vuelta, donde sólo podrán presentarse dos candidatos, lo que significa la descalificación de uno de los aspirantes.
Con todas las posiciones fijas sobre el tablero, sólo puede ganar aquel que tenga más capacidad de concertar alianzas y apoyos en ambas vueltas electorales. En ese sentido, Leonel y Abinader pueden tener ventajas. No obstante, también está el contenido del discurso.
“Si Abel aprende a conectar con ciertos sectores, podría dar una sorpresa; igualmente si continúa con su discurso sobre el tema haitiano, el cual ha sido su fuerte.”
En este punto, el candidato presidencial del PLD tendría que demostrar que conoce a fondo la política exterior, y construir un discurso que pueda calar en los sectores intelectuales y que no deje lugar a dudas de que conoce el tema en profundidad y de que es capaz de hacer propuestas de solución creíbles.
En este espinoso tema que envuelve no sólo las relaciones bilaterales de ambas naciones, se tejen opiniones encontradas que enfrentan a la sociedad. Es un asunto de estado que, en ocasiones toca la fibra patriótica, pero también encuentra voces disímiles con el drama social que representa la migración haitiana hacia Dominicana, por la mala situación que vive el vecino país, considerado por la comunidad internacional como un estado fallido y para el que recientemente se ha solicitado una fuerza militar de intervención para garantizar el orden y la seguridad ciudadana.
Leonel Fernández es indudablemente quien mejor domina el tema en su condición de internacionalista, pero sobre todo, porque durante sus doce años de gobierno visitó Haití varias veces -sin olvidar que también fue víctima de un atentado. Asimismo, el presidente Abinader se ha anotado unos puntos tras sus recientes declaraciones de reproche a un alto representante de la Comisión para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, quien solicitó al ejecutivo detener las deportaciones de nacionales haitianos y respetar los derechos humanos.
En conclusión, la entrada de Abel Martínez al escenario político debe ser motivo de preocupación para el gobierno, ya que los dos partidos opositores, aun con marcadas diferencias en sus máximos líderes, en sus organismos medios, intermedios, pero sobre todo en sus respectivas bases, son lo mismo, por lo que su entendimiento en segunda vuelta sería automático.