Por Emilia Santos Frias
La mejor forma de conmemorar hoy lunes 5 de junio, el Día Internacional del Medio Ambiente, es propiciar un entorno siempre sano. Esto se consigue al preservarlo y protegerlo y conservarlo libre de contaminación, como única garantía de salud. Asimismo, manteniéndole ecológicamente equilibrado y adecuado para el desarrollo y preservación de las distintas formas de vida; especies autóctonas, endémicas, foránea o exótica y en peligro de extinción; áreas protegidas, parques nacionales, lagos, saltos de agua, reservas científicas, monumentos, especie animal y vegetal…
Nuestra lastimosa realidad evoca el año 2015, cuando a la sazón, Ban Ki-moon, era secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y en su mensaje por motivo del Día Mundial del Medio Ambiente: Siete mil millones de sueños, Solo un planeta. Consume con moderación, llamó de forma acertada y enfática, a toda la población, a consumir con consciencia, porque los recursos del planeta son limitados. A veces esto se nos olvida. “Muchos de los ecosistemas de la Tierra están llegando a un punto de inflexión crítico. Es hora de que cambiemos”.
Ocho años después sus recomendaciones: “celebremos el Día Mundial del Medio Ambiente siendo más conscientes de nuestro impacto ecológico. Pensemos en las consecuencias que tienen para el medio ambiente las elecciones que hacemos. Seamos mejores custodios de nuestro planeta”, siguen vigentes, porque hemos descuidado nuestro compromiso con la salvaguarda de los recursos naturales, y las inclemencias del cambio climático pasan factura.
Esta importante conmemoración encuentra a la población individualizada en el combate de la extracción de arena y grava de nuestros ríos; acciones prohibidas por las leyes 123-71 y 64-00, así como, por las resoluciones 16-2007, 016-2008 y 0015-2017 del Ministerio Medio Ambiente, porque como es bien sabido, contribuyen a destruir nuestras cuencas hidrográficas, y solo benefician a la industria de la construcción, siempre en detrimento de la salud humana, animal y vegetal, ante la pérdida del canal natural de algunos ríos.
Es una conmemoración sin avances en la preservación del sistema de áreas protegidas del país; compuesto por 123 unidades de conservación, 12,033.12 kilómetros cuadrados de terreno, equivalentes al 24.8% del territorio nacional, presente en nuestros 29 parques nacionales. También en la Reserva de la Biosfera de la UNESCO, destinada a la conservación de la biodiversidad y la actividad humana mediante el uso sostenible de los recursos naturales, es el caso de Jaragua-Bahoruco-Enriquillo.
Es difícil rememorar esta fecha con gran alegría, ante la depredación que viven nuestras 32 áreas protegidas, debido a manos inescrupulosas que vulneran nuestros derechos medioambientales en las ocho superficies de protección estricta; los 28 monumentos nacionales; las 17 áreas de manejo de hábitat-especies; 15 reservas naturales y los nueve paisajes protegidos. Entre ellos: parques Los Haitises, Valle Nuevo, Cotubanamá y Reserva Científica Ébano Verde.
De igual forma, el Pico Duarte, Valle del Tetero, Sierra de Bahoruco, lomas Miranda, Isabel de Torres, Palmilla; Los Tres Ojos, El Morro, Submarino de Montecristi, Submarino de La Caleta, Jaragua, José Del Carmen Ramírez, que posee los picos más altos del Caribe; el Choco; Armando Bermúdez; el Sendero Ecológico y Arqueológico Padre Nuestro en La Romana; Santuarios de Mamíferos Marinos, en Samaná; Santuarios de Mamíferos Marinos Estero Hondo, en Puerto Plata y Montecristi.
Asimismo, los saltos de Jimenoa, El Limón, Baiguate, las lagunas Rincón, Gri-gri; Laguna Dudú; Oviedo y Bávaro; Los 27 Charcos de Damajagua; Las Caritas, cuevas de las Maravillas, de las Golondrinas; del Peñón, de Berna; Del Puente, de Cabarete, de Chicho. Fun Fun; Hoyo de Pelempito; islas Catalina; Saona y Catalinita; La Vega Vieja; el Lago Enriquillo; Bahía de las Águilas; Banco de la Plata; Cachote (de bosque nublado); Cayos Siete Hermanos, entre otros monumentos naturales, áreas de manejo de hábitats, áreas naturales y paisajes protegidos.
¿Cómo celebrar?, si la población no está vigilante y colabora a conciencia con acciones para el saneamiento y rescate de los principales cauces hídricos o ríos de la nación: ríos Dajabón, Yaque del Norte, Mao, Jimenoa, Yuna, Camú, Guamira, Yuma, Chavón, Soco, Higuamo, Ozama, Haina, Isabela, Ocoa, Nizao, Yaque del Sur, Limón, San Juan, Blanco o Soliette, Pedernales, Artibonito, entre otros.
Además del descuido de las 34 presas, acueductos y canales de riego existentes. Retraso en la preservación de los manglares que posee nuestro territorio; hoy a merced de perpetración por parte de desaprensivos que lo talan y queman para producir carbón, según denuncias de las que nos hemos hecho eco a través de los medios de comunicación.
No reviste de gran alegría la citada conmemoración, porque tampoco las multinacionales mineras, establecidas en el país, cumplen 100 % con explotar solo la zona boscosa que ha sido permitida; observan niveles mínimos de contaminación, y se responsabilizan de la rehabilitación ambiental del lugar impacto causado, de colocar y producir capa verde endémica. Porque tampoco lo hacen en igual porcentaje en la abstención de contaminar con sus acciones nuestras aguas.
Por eso hoy es un día propicio para que la sociedad en conjunto, en la individualidad y colectividad, velen juntas por la efectiva salvaguarda de nuestros recursos naturales, y con ello el disfrute pleno de los derechos medioambientales. La familia, escuela, universidades, organizaciones y grupos ambientalistas; el Consejo Nacional para el Cambio Climático; la Academia de Ciencias, ministerios y otros actores, para que en el país se frene el crimen ambiental.
También para que las industrias reafirmen su compromiso, función social, y respeten la promesa mantener niveles mínimos de contaminación, debiendo absorber o reducir contaminantes como gases, humareda, lluvia ácida o smog, cenizas; mercurio, boro, azufre y arsénico, del medioambiente. Al tiempo que, reviertan cualquier otro daño producido con su accionar.
Que esta fecha nos una, y sirva para que accionemos en la preservación del medio ambiente; en atenuar el impacto del daño ecológico, incluso, el ya producido. Que podamos repudiar también, la privatización del agua; que desde hace año es impulsada por un grupo de malos dominicanos, que solo conculcaran con ello, este derecho humano. Al mismo tiempo, que podamos hacer más ciudadanía social, denunciando siempre, fuertemente los daños al medio ambiente, entre ellos la tala, quema, la extracción ilegal de agregados de nuestros ríos…, pero, con espíritu cívico. De hacerlo así, ¡que Dios y la patria nos paguen!
Hasta la próxima entrega.
La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.