Pelegrín Castillo Semán.
El virus ideológico de una globalización bajo el poder hegemónico de EEUU se manifesto con fuerza en la 1ra Guerra del Golfo y luego en las guerras de los Balcanes. Los motivos de esas guerras fueron o parecieron ser legítimos. También, se expresó auspiciando el ingreso en las mejores condiciones a la Organización Mundial del Comercio (OMC) de sus nuevos mejores amigos, los chinos, precisamente en el 2001. ¡Pero ese año también marcó otra tendencia..! Los atentados terroristas del 9/11/2001 darían inicio a una guerra global asimétrica que llevaría a EEUU y la OTAN a Afganistán-el cementerio de los Imperios-, y luego, a provocar una guerra con falsa bandera en Irak, que derrumbó el prestigio exterior de EEUU…y terminó finalmente favoreciendo a Irán, la potencia enemiga…Recordemos, que Rusia y Francia, trabajaron juntas, para levantar las sanciones a Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que iba a representar un triunfo político histórico para el dictador Saddam Hussein. Después se vería que detrás de la pugna diplomática de las potencias estaba la lucha por el control del petróleo iraquí.
En el 2005, los líderes de izquierda que dominaban en el continente americano rechazaron aliarse a EEUU en el ALCA, lo que enviaba la señal de que la potencia del norte perdía respeto e incidencia en su zona de influencia tradicional, que empezó a abrirle las puertas a sus rivales extracontinentales porque el discurso de la globalización lo hacía posible, y que así se reforzarían aún más las tendencias autocráticas en la región. Estados Unidos demostró que este fenómeno le importaba poco, como se verificó en el 2015, con el restablecimiento de relaciones de la administración Obama con el régimen dictatorial cubano, para “una iniciar una larga transición a lo vietnamita”
La crisis de las hipotecas subprime en EEUU, a partir del 2008-una crisis de sobreconsumo-, amenazo toda la economía global con una debacle sin precedentes. Para restaurar el prestigio perdido en Irak, superar la fuerte recesión en curso y retomar el liderazgo de la globalización, se necesitaba una figura cosmopolita, exótica, seductora: Barack Hussein Obama. Sin embargo, el virus ideológico del globalismo, le acompañaba: Barack Obama, investido sin mayores méritos con el Nobel de la Paz, e inspirado en el modelo de las revoluciones de colores en Europa, estimularía la Primavera Arabe para “traer democracia, derechos humanos y mercados libres”, pero el resultado final fue una gran desestabilización de toda la región, y una profunda desconfianza en los aliados históricos, en especial, a Israel, Arabia Saudita y Egipto. Trump trato de mitigar y revertir los efectos de ese desastre, y en gran modo, lo alcanzó con el pacto de Abraham en el 2019.
A su vez, la desestabilización del Sahel, el Magreb y Oriente Medio, con sus impactos de éxodos enormes, desbordados, de refugiados, así cómo su incapacidad de actuar en forma coordinada, ha estado en el origen de las crisis de Europa y de Occidente. Sencillamente, al proyectar decadencia y desunión, al negar incluso sus valores fundacionales y raíces cristianas, al tener una fuerte tendencia al compromiso, como es propio en la cultura política de las sociedades abiertas, una Europa desgarrada por la historia y la geopolítica, que vive, además, un siniestro invierno demográfico, estimularía las tendencias al desafío y la agresión de las otras potencias. Asimismo, empezaría a experimentar una amplia gama de reacciones de resistencia cultural-que tan certeramente describió Octavio Paz en Tiempos Nublados, como “la revuelta de los particularísimos”-,
que haría naufragar el sueño del más abarcador multiculturalismo, tras los golpes dramáticos de numerosos ataques terroristas.
Recordemos que la crisis financiera del 2008 se pudo superar mediante los compromisos del G20 en Washington y Londres, en el 2009 y 2010, respectivamente: el apoyo chino y asiático- con sus altas tasas de ahorro-, fue clave para evitar una catástrofe global mayúscula, pero convencería a China, Rusia e Irán en el 2014, que debían pasar a la ofensiva y retar y poner fin a la hegemonía de EEUU y sus aliados. Desde siempre, el gran error de las elites globalistas fue creer que una China próspera y moderna, integrada al esquema fabuloso de Chimerica, aunque estuviera regida por el Partido Comunista, terminaría por ser una sociedad abierta, democrática y plural, inspirada por valores occidentales adaptados a la cultura oriental, algo parecido, a Taiwán y Hong Kong.
El imperialismo de las elites globalista hoy está desafiado más que nunca por un nacionalismo de grandes potencias: en EEUU, China, Rusia, India, Brasil, Irán, Turquía y Sudafrica. Es en ese contexto que estamos sufriendo los efectos de la 4ta Guerra Mundial, de 4ta Generación: para algunos está singular y compleja guerra empezó en el 2014 con las acciones de China y Rusia en ambos extremos de Euroasia; el General McMaster habla del 2017, con la pugna comercial entre EEUU y China y las nuevas estrategias de guerra de de la emergente potencia mundial en el Mar Meridional y Oriental, de cara a su expansion hacia el Indicó-Pacífico; además, si la Pandemia del COVID-19 en Wuhan, China, fue un accidente, sin dudas, se manipuló con Animus Belli, y asimismo se desplegó la agresiva diplomacia de vacunas, enfocada en demostrar la superioridad de los sistemas, redes y valores.
Son cuatro los objetivos perseguidos por EEUU en la guerra de Ucrania: romper los estrechos vínculos energéticos de Alemania y Europa con Rusia, que aunque datan de la guerra fría, se habían profundizado con las urgencias de la transición verde; poner un Stop a la Franja y la Ruta de la Seda en Europa, y así presionar sobre las “fronteras interiores” de China, para que desista de su proyectada expansión marítima; intentar reconstruir las degradadas relaciones de la Comunidad Noratlantica y la OTAN, incluido, el compromiso con un mayor gastó militar; y finalmente, precipitar la caída de Putin para volver a una Era Yeltsin 2.0, es decir, de una Rusia con liderazgo débil y dúctil, y dominada por nuevos y viejos oligarcas…
Lo repito: el mundo está atrapado entre dos corrientes totalitarias: una tradicional, que invade naciones vecinas invocando viejos títulos históricos, razones de Estado de carácter geopolítico o como resultado de las intensas competencias de rutas de gasoductos y oleoductos…y otra, que está dispuesta a matar criaturas hasta días antes de nacer como “un derecho humano universal”… para destruir la familia natural, controlar y reducir el tamaño de las poblaciones del planeta y dar paso a la utopía deshumanizante del transhumanismo…
En la crisis financiera del 2008, el prestigioso economista norteamericano Joseph Stiglitz planteo formalmente, en Informe a la Asamblea General de ONU, lo que sería el embrión de gobierno mundial, pero la realidad de las naciones poderosas y su lógica de expansión y dominio, o de aseguramiento de zonas de influencias, se impuso.
El Orden mundial se está redefiniendo otra vez: Biden está releyendo entusiasmado a Fukuyama, que revivió proclamado “la vuelta de la libertad”. Biden avanzó que el Nuevo Orden Mundial lo volverá a liderar EEUU y dictaminó que Putin no puede seguir al frente de Rusia. La realidad, es preciso repetirlo,
es que el mundo en crisis está atrapado por grandes contradicciones: las geopolíticas que enfrentan a China, Rusia e Irán con Occidente, y las ideologícas y culturales que opone el Imperialismo Globalista con naciones, civilizaciones y creencias religiosas….
Ahora se expresan en Ucrania como teatro de guerra, pero también arreciando el genocidio abortista, que lleva a Occidente al invierno demográfico. Todo se reduce a la lucha de las potencias mayores y las elites globales por la hegemonía mundial: unas quieren un reparto del mundo con áreas de influencias, y otras, quieren un solo orden global bajo su égida, y en el fondo una ideología totalitaria para recrear la condición humana, sin contar con Dios o en abierta rebelión contra El.
Trump realizó un esfuerzo por replegar, en forma ordenada y sin traicionar aliados, a los EEUU de su gravoso rol de policía del mundo, volver al aislacionismo primigenio que recomendaron las doctrinas Washington y Monroe. El y sus asesores estaban convencidos que esa expansión interminable, jalonada de guerras cada vez más complicadas, era la causante de muchos de sus problemas, y que sólo favorecían a las elites globales y sus utopías alucinadas. Las guerras con cañones y misiles son una tragedia inmensa, expresión ominosa de la Cultura de la Muerte, pero también es verdad que hay manifestaciónes más siniestras, en la que la humanidad destruye sus esencias: el Aborto consagrado como derecho humano, lo que acaba de disponer tanto la Corte Constitucional de Colombia como la Asamblea Constitucional de Chile, o la proclamación del Trans Mark Levine, como Mujer del Año en los EEUU.
Ucrania cada vez más parece una show caliente de armamentos de última generación, en el que los complejos industriales militares de todas las potencias, muestran sus últimas innovaciones bélicas. Las grandes preguntas
son: ¿cuanta de esas armas novedosas irán a parar a manos de grupos terroristas?, ¿cuanto aumentara el riesgo del uso de armas de destrucción masivas (WMD) por parte de grupos no estatales?. Sobre este respecto, y como nota curiosa, Corea del Norte realizó pruebas de sus misiles de mayor alcance, justo cuando se reunían los líderes del G7.
El mayor problema que planteaban China y Rusia en el 2014, es que sus acciones expansivas están basadas en la reivindicación de títulos históricos de cientos de años, y en la flagrante violacíon a principios elementales del derecho internacional. Putin y la Federación Rusa no reconocen incluso decisiones de los jerarcas sovieticos, y eso potencialmente, pone en jaque a toda la región comprendida dentro de los límites de lo que fue el imperio del Zar Nicolas ll. Y Xi Jingping desafía a todos sus vecinos del litoral con su política de los 9 Trazos.
Robert Kaplan, En La Venganza de la Geografía, sostiene que Rusia, al tener el mayor territorio del planeta, con clima hostil, demográfia endeble, economía mediana, historia de vecinos invasores, desarrolló “un agudo sentimiento nacional de inseguridad”…”una paranoia defensiva”. En el 2001, Putin le propuso un pacto a EEUU para luchar contra el enemigo común: la radicalización del Islam, y su espíritu yijadista, que estaba y esta en lucha, además, con India, Europa, Africa, Australia, China…Pero con ese giro no era posible mantener ni relanzar la estructura militar de la OTAN, que precisa un enemigo “enorme”. Un episodio importante que debilitó la OTAN fue el intento de golpe de Estado al Presidente Erdogan en el 2016, que no fue condenado por Unión Europea y EEUU, y que mas bien recibió su aliento: eso marcó un giro de Turquía, con el segundo ejército de la OTAN, hacia el Este: Rusia y Consejo de Cooperación de Shanghai, tanto como su alejamiento definitivo de la opción de integración a Europa.
La Unión Europea venia debilitandose por sus contradicciones: se expandió hacia el Este por razones históricas, luego de la caída de URSS, incorporando muchos países que no estaban maduros para una integración económica, y mucho menos, monetaria, y careciendo de una estructura de defensa propia y fuerte en torno a un eje militar franco-aleman. En virtud del principio de Riker, después del Tratado de Maastricht era previsible que perdiera cohesión, ya que no era posible a la vez profundizar los niveles de integración y ampliar el número de miembros. La señal más clara de los problemas europeos para ser un actor fundamental en la escena internacional, como potencia al margen de la tutela militar de EEUU, fue el Brexit en el 2015.…
Sin embargo, existen varios factores inmediatos que precipitaron la Guerra de Ucrania: crisis política sin precedentes en EEUU, con la toma del poder por los demócratas en elecciones controvertidas con un líder con fuertes vínculos con Ucrania; salida (aparentemente) catastrófica de Afganistán por parte de OTAN; inminente entrada en servicio del Nord Stream2, que profundizaría la alianza energética ruso germana; amenazas crecientes a Taiwán por parte de una China expansiva, que ya había decidido desconocer el estatuto de Hong Kong en nombre de la seguridad nacional; surgimiento del Aukus como embrión de una OTAN del Pacífico. Concurrieron, además, otros factores no menos importantes: pérdida de fuerza en las elecciones municipales por parte de Rusia Unida, el partido de Putin, en Sept 2021; fuertes movimientos de protestas en Bielorrusia contra el Presidente Lukassenko; fallida insurrección-sorpresiva y violenta-, seguida de una sangrienta purga en Kazakstan, la nación más importante de Asia Central, de mayoría musulmana; cambio de poder en Alemania, liderada ahora por socialdemócratas y verdes; intensas pugnas ideológicas en la Unión Europea entre Bruselas y el Visegrado, en particular, con Polonia y Hungría; manipulación bélica de grandes flujos de refugiados de Afganistán e Irak, por parte de Rusia y Bielorrusia hacia las fronteras orientales de Europa; Biden y los demócratas en picada en términos de popularidad, y erráticos, contradictorios, proyectando, además, una mengua preocupante en la capacidad de comprender los límites de su accionar como los riesgos de escalamiento hacia la conflagración nuclear. Para muestra un botón: el envío de una misión de alto nivel a la Venezuela de Maduro, el mayor aliado de China, Rusia e Iran, responsable de la crisis humanitaria más severa del continente, para arribar a pactos inconfesables.
En EEUU, hace años se ha venido dando un debate fundamental: para Trump y muchos Republicanos, inspirados en la visión de Kissinger, Rusia no es el enemigo estratégico real…Una buena estrategia de diplomacia triangular aconsejaba mantenerla lejos de China, que es la gran potencia retadora…enemiga astuta, paciente, totalitaria, con sabiduría milenaria. Ese enfoque de Kissinger hacía también un llamado a no repetir con Rusia el error de Versalles, que fue la humillación de Alemania. Para los Demócratas, en cambio, la China capicomunista es a la vez la competidora y socia estratégica, no la potencia enemiga. El enemigo acérrimo es Rusia que, además, tiene los mas vastos, diversos y codiciados recursos del planeta.
Los pactos internacionales se vienen desconociendo unos tras otros: el acuerdo de Budapest; los Acuerdos de OTAN con el liderazgo ruso en 1998; y finalmente, los acuerdos de Minks. Pero lo sucedido en Ucrania en el 2014, con la anexión de Crimea, y ahora, estaba prefigurado en las acciones bélicas contra Georgia en el 2008, así como en la necesidad de superar la situación en que había quedado el este de Ucrania en la región del Dombás tras los levantamientos separatistas. Era cuestión de oportunidad…En Ucrania, incluso, resulta evidente que Putin no ha procedido con la ferocidad con que actuó en Chechenia, porque su plan original era que la antigua Rus de Kiev pasara a ser parte esencial de la Asociación de Estados Eurasiáticos, junto con Bielorrusia y Kazakstan; o que en todo caso, quedará como un Estado tapón, una versión de lo que fuera Finlandia en la guerra fría bajo el liderazgo de Kekkonen . También, se había visto anticipada con la resolución con que Putin trataba de apuntalar a dos aliados valiosos: Bashar al-Assad y Muamar Gadafi, para así bloquear o capturar dos vías alternativas de aprovisionamiento de gas y petróleo a Europa. Recordemos que en Siria, además de asegurar la salida de la flota rusa del Mar Negro al Mediterráneo, el interés ruso se relaciona con impedir el programando paso del gasoducto catari hacia Europa, mientras que la íntima relación de Putin con Berlusconi y Gadafi, y de la ENI y Gasprom, apuntaba a dejar fuera los intereses de Francia y Reino Unido en Libia y el Magreb.
¿Le conviene a China Comunista que EEUU, liderando la OTAN, convierta a Ucrania en un desastre militar para la Rusia de Putin, una versión actualizada de lo que fue el Vietnam Ruso en Afganistán? Xi Jingping hará todo lo que esté a su alcance para evitar ese escenario, y lo mismo hará Irán, y muchas otras naciones y grupos hostiles a Occidente, o los aliados históricos de Rusia como la India. Se percibe, incluso, en el presente que la visión implícita fundadora del Consejo de Cooperación de Shanghai-Asia para los asiáticos-, ha penetrado en la gran mayoría de los países asiáticos, a pesar de los profundas contradicciones entre Rusia y China, India y China, Pakistán e India. Y el potencial de unificación o desestabilización de Asia Central…
Cuando Hitler atacó a Rusia, lo hizo con el secreto designio de convencer a Inglaterra de que no podría ganar la guerra, y que derrotada la potencia comunista, los EEUU no se sumaría al conflicto en su apoyo. Según el importante historiador norteamericano John Luckacs una de las razones por la que Hitler atacó a la URSS era por la insistencia de Stalin intervenir en el reparto de zonas de Europa que no entraron en el pacto Ribbentrop-Molotov. Incluso, los sovieticos consideraron proponer a los nazis un reparto de Eurasia. Cuando EEUU decreto el embargo petrolero a Japón, por su ocupación de las colonias europeas en Asia-ricas en petróleo y caucho-, para poder continuar su guerra imperialista en China, al parecer no calculo que Japón respondería con un contraataque; o tal vez, lo sabía, lo necesitaba y lo quería.
La historia es la gran maestra: la guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas fue detonada por el sistema de alianzas y las pugnas que determinaron el cambio de bando de ciudades aliadas. De esta forma se verificó la famosa Trampa de Tucidides, formulación teórica de Graham Allison que explica cómo en la mayoría de los casos, cuando aparece una potencia o grupos de potencias retadoras, que quieren cambiar un orden internacional hegemonizado por otra potencia-que consideran injusto o inaceptable-, la probabilidad de guerra resulta muy alta. El alineamiento con Europa de una Ucrania controlada por poderosos oligarcas y sistemas corruptos, debió ser algo difícil de imaginar y asumir tanto por los occidentales como por los rusos, aunque por motivos diferentes. Sin embargo, es el contexto global de guerra híbrida de cuarta generación, el que hizo posible la evolución hacia la guerra en Europa.
Los factores geopolíticos e históricos inciden considerablemente en las relaciones internacionales, y muchas veces son decisivos en el inicio de guerras. La región llamada intermaris en Europa conecta el Báltico con el Negro. Las otras salidas al mar de Rusia como potencia continental son mas difíciles, tan precarias como la del Mar Blanco y el Mar de Barents, al norte ártico, y Vladivostok y Port Arthur en el remoto oriente, donde Rusia perdió la guerra con Japón en 1905. No es casualidad que la URSS lanzara en 1947 una ofensiva para apoderarse con revoluciones de Grecia y Turquía, y que resistiera retirarse de Irán, lo que hizo después de dar nacimiento a Azerbaiyán y Mahabad (Kurdos), este último estado duraría poco. Con el primer movimiento, querían apuntalar su salida al Mediterráneo, y con el segundo, ponían la mirada hacia el dominio del Cáucaso y el Mar Caspio, así como en una potencial salida al golfo Pérsico. Así se iniciaría la
Guerra Fría.
Nadie discute que Ucrania está en el origen de civilización ruso eslava, sin embargo, el exterminio de 5 millones de campesinos ucranianos (Kulaks) por hambre causada por la colectivización comunista (Holodomor), produjo una fractura honda. Por eso una parte de la población de Ucrania apoyaría la invasión nazi y fueran sus aliados, y luego tras el derrumbe sovietico ha mirado más hacia Europa que hacia Rusia. Kruschev y Breznev eran ucranianos, y en cierta forma, compensaron a Ucrania dándole más espacios, recursos e infraestructuras. Crimea, que tanta sangre le costó a Rusia, paso a Ucrania por decisión de Nikita Jruschev en 1954. A pesar de eso, al caer la URSS, Ucrania fue una de las naciones históricas, que demostró que el georgiano de Stalin y los comunistas se equivocaron al declarar superada la cuestión nacional. El nacionalismo estaba vivo y desafiante.
Desde la Primera Guerra Mundial, la dinámica de la historia mundial ha estado marcada por la lucha de las naciones contra los imperios, o contra las potencias con vocación imperial, o de todos estos entre sí: todos estos han ido cayendo y desapareciendo, renaciendo o surgiendo con cada conflicto. Una guerra llevaba a otra, y se encadenan. La primera condujo a la segunda, la segunda a la guerra fría, que propiamente fue la tercera; y la fría a la híbrida, de cuarta generación, mucho más sofisticada y compleja, que puede tan ser quirúrgica en su precisión como elusivo es un virus informático o biológico, donde se ataca y detonan desde dentro, sobre todo, los factores de cohesión social y las estructuras cognitivas de las naciones. No obstante, los riesgos para la humanidad de este periodo oscuro y volátil son mayores que nunca antes…