por
Fernando I. Ferrán
Año 1, No. 9
12 de agosto de 2022
Santo Domingo, República Dominicana
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Agosto 2022. Año 1, Núm. 9, Edición digital
Publicación de la Unidad de Estudios de Haití, UEH, del Centro de Estudios P. Alemán, PUCMM, Santo
Domingo, República Dominicana
UEH: Dirección postal
Centro de Estudios P. José L. Alemán,
Campus de Santo Domingo,
Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra,
Ave. Bolívar,
Santo Domingo, República Dominicana
Correo electrónico: unidadestudioshaitianos@gmail.com
Comité editorial: Fernando I. Ferrán, coordinador, Edmundo Gil, Humberto Cristian, Luis Vargas y Marcos
Romero.
CUADERNOS DE DIÁLOGO Y DISCUSIONES es una publicación sin fines de lucro, de la UEH.
Los análisis y los juicios contenidos en esta publicación pueden ser reproducidas a condición de que se mencione
debidamente la fuente.
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necesariamente el pensamiento de alguna o todas las organizaciones e instituciones que lo auspician.
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Caso Haití-República Dominicana
por
Fernando I. Ferrán1
Introducción
En las escuelas de negocio -siguiendo los pasos de la emblemática Harvard Business School- se
procede pedagógicamente por medio de la presentación y discusión de casos de estudios. El
mínimo común denominador de todos esos casos es que cada uno versa sobre acontecimientos
reales, no hipotéticos ni ficticios; y, segundo, cada participante está llamado a tomar una decisión
en función de la información que se le suministra, y romper así la inercia y la inactividad propia
a toda indecisión.
En un contexto académico solamente similar -pues no hablaré de la conducción gerencial de un
negocio, sino de una decisión de política de Estado que debiera de ser adoptada- es presentado el
inédito caso de dos estados de cosa inseparables pero inconfundibles en una sola isla. El único
propósito es caracterizar la actual realidad haitiana, según el prisma dominicano (ver, Infra I), de
modo que así cada lector de estas páginas pueda ponderar la conveniencia de adoptar una o más
de las diversas opciones de superación de la referida problemática, salvaguardando el interés
propio y eventualmente el de los demás (ver, Infra II).
Este ejercio no dicta recetas de cocina para abogar por una u otra medida ante la crisis reportada
en Haití. No es ese su propósito ni alcance. A lo más, tal vez despeje el camino de opiniones
infundadas y allane la formación en conciencia respecto a qué hacer para mitigar/resolver alguna
o todas los problemas acuciantes que constituyen la realidad haitiana, -en la justa medida en que
también afectan directamente a la sociedad y al Estado dominicanos.
I. Haití-República Dominicana
a. La cuestión de fondo
Asumo como innecesario a la hora de evocar la encrucijada haitiana adentrarme en estadísticas
demográficas, socioeconómicas, institucionales, medio ambientales, periodísticas y del malestar
en términos de desarrollo humano de la población. Por eso me limito a describir la situación de
manera global, so pena de no hacer valer los matices, al tiempo de apelar al imaginario -en este
caso- dominicano.
Para ello apelo al debatido Manuel Arturo Peña Batlle, uno de los mayores escultores -para bien
o para mal, tema este en el que no me adentro aquí- del imaginario dominicano en todo lo relativo
a Haití y a su empobrecida población.
Pues bien, en medio del intercambio epistolar que sostuvo con el canciller y renombrado
intelectual cubano Jorge Mañach, Peña Batlle devela la envergadura del dilema que atenta en
contra de todo lo que sea dominicano, por causa y por efecto del lance haitiano. Lo cito
textualmente a modo de resumen sintético de una realidad a-histórica:
1 Profesor-Investigador del Centro P. Alemán, PUCMM. Coordinador de la Unidad de Estudios de Haití.
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“¿De qué manera podrán los cuatro millones de haitianos de hoy2
resolver sus
problemas vitales? ¿Cuál es el porvenir de esa población? La primera respuesta
es categórica: Haití no puede ni podrá resolver sus propios problemas
fundamentales: los problemas haitianos pesan tanto sobre nosotros como
nuestros propios problemas.
“La depauperación, la miseria y la incapacidad productiva de cuatro millones
de seres arrinconados en un extremo de la isla, sin capa vegetal explotable, sin
subsuelo útil y sin riqueza industrial posible, constituyen necesariamente para
nuestro país una permanente y trágica amenaza de penetración masiva hacia los
centros feraces y productivos de la isla, que no podemos, que no debemos, que
no queremos descuidar los dominicanos de ahora so pena de conspirar nosotros
mismos contra la felicidad y la tranquilidad presentes y futuras de nuestro
pueblo”.
Esa representación no es del todo anacrónica, desactualizada, prejuicidada. El pasado 6 de agosto
2022 el diario estadounidense Washington Post editorializó la situación de Haití con estos
términos:
“Haití no tiene un gobierno funcional, ni democracia, ni paz, ni esperanza. Y la
respuesta de la comunidad internacional es el silencio. (…) Ya es hora de
reevaluar la piedad conveniente, expresada por diplomáticos, defensores y
activistas, de que se debe dejar que Haití encuentre una solución dirigida por Haití´. La verdad es que una
solución liderada por Haití´ es una quimera, y sin
una fuerte intervención internacional, el sufrimiento del país se profundizará.
Ignorar esa realidad es ser cómplice del desprecio del mundo por la angustia de
Haití.”
Y por si prueba hiciera falta de la imagen de impotencia e incapacidad representada, la
Organización de Estados Americanos acaba de puntualizar lo que se hizo y lo que no se logró en
Haití. Poco si no nada se hizo en términos de sustentabilidad. “Los últimos 20 años de presencia
de la comunidad internacional en Haití significan uno de los fracasos más fuertes y manifiestos
que se haya implementado y ejecutado en ningún marco de cooperación internacional”. Y no se
logró satisfacer un rosario de necesidades tales como revertir la espiral de vioilencia, sustentar
procesos encaminados a una diálogo institucionalizado conducente al fortalecimiento de las
capacidades organizacionales, el mantenimiento de la paz y el orden ciudadano, la conducción de
un proceso electoral creíble, y ni qué decir de la obtención de un Banco Central autónomo, un
sistema de justicia eficiente e independiente, un sistema educativo capaz de enfrentar el presente
y el futuro del país o un proceso de inversión incremental que permita el trabajo y puestos de
trabajo para la población.
Por consiguiente, dejando de lado indiscutibles omisiones, exageraciones e incluso
desactualizaciones posibles del enfoque de Peña Batlle, de la opinión del Washington Post o de
la cruda confesión de la citada organización americana, una primera pregunta a responder salta a
la cara de todo mortal:
-Ante el Caso Haití, ¿qué hacer desde la perspectiva dominicana para resolver el valle de
lágrimas de una población regida por un Estado -dizque según muchos autores- fallido?
-Y por añadidura, segunda pregunta, ¿qué hacer con sus pobladores, según algunos de sus
detractores tenidos como incivilizados, supersticiosos y mendaces?
2 La población citada es la de noviembre de 1945, fecha de la misiva citada.
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b. Condicionantes
Dos condicionantes avalan cualquier respuesta y subsecuente decisión que se tome respecto a la
situación haitiana y su impacto, específicamente, en territorio dominicano. Ellos son:
b.1 Interés propio y ajeno. Al responder aquellas dos preguntas cada uno debe hacerlo
velando por su legítimo interés particular. Dicho con otras palabras, -por aquello de que la caridad
empieza por casa y al prójimo se le ama como a uno mismo-, si se quiere superar o al menos
aliviar el malestar haitiano sería inconsecuente soslayar el interés propio de quien o de quienes
tomen decisiones eficientes.
b.2 Minucias culturales. Resolver el Caso Haití conlleva una aventura quijotesca, no en
La Mancha, sino en el lado occidental de La Española. Un solo ejemplo de la vida real: el Caso
Codevi3
ejemplifica el mínimo común denominador de lo que parece ser esperanzador en medio
de aquel cuadro relativo a la cruda realidad haitiana, llena de impotencias y de fracasos. Ese
denominador común es la dimensión anímica y por tanto oculta aunque indispensanble a todo
mortal.
De no ser así, explíquen eso de que -para tomar el camino de hermanar dos `ciudades´:
Ounamenthe y Dajabón, donde el Masacre se pasa a pie- no solo es asunto de dinero; tampoco
únicamente de influencias, contactos y leyes; y mucho menos de saber mucho de tecnologías, de
procesos de producción y de las menudencias de los mercados y sus oportunidades. Todo eso es
tan necesario como insuficiente, según lo deja al desnudo el citado caso de estudio cuando testifica
que esos dizque empresarios al frente de Codevi tuvieron que deambular un camino tan ajeno,
tortuoso y alocado para ellos como el sociocultural.
En Haití, los Capellanes4 de este mundo tienen que momentáneamente dejar su macuto y grandes
proyectos a un lado, e inclinarse y hasta arrodillarse para (poder)-(poner) inyecciones contra el
tétano -a no confundir con una cruzada de esterlización de los trabajadores; convencer a estos de
que les tomarían fotos para los carnets, no para robarles el alma; a enseñar a higienizar ese
utensilio decimonónico que es el inodoro; y a hacerlos reconocer que, con la animación grupal,
no los estaban arreando como ganado o como se diría en otros lares, como caña para el ingenio
de hacer más cuartos.
Conscientes de la cuestión de fondo y de las condicionantes del caso haitiano, procede formular
la tercera pregunta fundamental al tema que a tantos inquieta. Para superar la situación y las
consecuencias que esta incita, además de todos los recursos tangible de índole política, social y
económica que se aduzcan, incluyendo el poder militar, la tercera pregunta fundamental: ¿acaso
no es imprescindinble contar además con un tipo de humano pionero -visionario como el
quijotesco caballero de la triste figura que, si bien no ve gigantes en los molinos de viento sí
percibe en medio de un emporebecido pueblo de desvanecidas sombras la riqueza que necesitan,
y que como su fiel escudero sabe distinguir de lo imposile lo real?
II. Alternativas de solución del Caso Haití-República Dominicana:
Asumiendo que la mejor alternativa de solución sostenible para la cuestión haitiana es aquella
que sus propios nacionales construyen, al tiempo que le recaudan apoyo; las opciones más
plausibles para cooperar a requerimiento y/o intervenir en el remedio de una problemática ajena
a la dominicana son cinco. A seguidas quedan expuestas sin orden de preferencia ni de
razonabilidad; aunque sí -vale la pena subrayarlo y que no sea olvidado- ponderadas una a una y
primordialmente bajo el cristal del interés nacional. Un interés entrecogido por el impacto adverso
3 Ver, Rodolfo Hollander y Paulo Alves: El Caso CODEVI, Barna Management School, Santo Domingo, 2022.
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Fernando y Mercedes Capellán, entre otros ejecutivos de CODEVI y Grupo M.
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y por veces perjudicial que el status quo del Estado, de la sociedad y del pueblo haitiano ocasionan
a la institucionalidad y motivos de ser del único pueblo que le es tan próximo como limítrofe.
Así, pues, las disyuntivas por las que hay que optar para resolver el discutido caso son estas:
- 1ª Contención
Amurallar inteligentemente todos los resquicios, y emplear funcionarios y guardianes para que
los otros -léase bien: los haitianos- no sigan violando la sempiterna fragilidad de una frontera
burlada, tanto por inmigrantes furtivos, como por los cómplices de tal irregularidad. En esta
alternativa la cuestión está en cómo erradicar la susodicha corruptela que facilita la llegada de
migrantes tildados de “needed, but unwanted”. - 2ª Ayuda internacional
Pregonar un solo reclamo en medios de comunicación, redes sociales y -sobre todo- en cónclaves
de notables: solo la comunidad internacional puede y tiene que ayudar a Haití, pues en República
Dominicana y en países similares no hay solución para esa muchedumbre empobrecida y
migrante. En esta opción el mensaje es unívoco, no obstante el mentado fracaso de la comunidad
internacional, pues es improcedente e intolerable que quieran endilgarle al país el papel de Estado
pivote o zona de amortiguamiento del éxodo haitiano. - 3ª Iniciativas individuales
Cada individuo hace “algo” -según sus posibilidades- al descruzarse de brazos convencido de que
aun lo poco que pueda hacer será más que seguir gritando por un auxilio que no llega y
conteniendo con evidente ineficiencia lo que desde hace siglos -incluyendo cuando en el país
hubo de pronunciarse de manera fatídica `perejil´- no logra ser detenido. En este caso se requiere
que cada particular esté consciente de y dispuesto a forjar algo inédito a la medida de su iniciativa
individual. - 4ª Involucramiento
Intervenir en Haití a las buenas -y preferiblemente no a las malas- por razones humanitarias y/o
por motivos de inseguridad nacional dominicana o del subsiguiente nivel de exposición a los que
están expuestos el ordenamiento constitucional dominicano e incluso la convivencia pacífica en
el territorio nacional por efecto de continuas convulsiones políticas, malestar social e indetenible
empobecimiento de gran parte del aglomerado social haitiano. En tal contexto el involucramiento
optativo persigue inducir y quién sabe si in extremis facilitar un orden civilizado más conveniente
al interés de los perjudicados. - 5ª Pragmatismo
Proceder de manera pragmática respecto a las cuatro alternativas anteriores pero, -al estudiar
procesos reales, por ejemplo la singular experiencia empresarial de Codevi ya citada-, entresacar
las mejores lecciones respecto a qué puede hacer y qué debe evitar cada particular y/o cada
gobierno o agrupación de ellos a la hora de por fin afrontar positivamente el caso de Haití y el de
la República Dominicana. Sobresale en esta instancia que el interés y la responsabilidad de cada
uno es principio y fundamento del bienestar o del malestar de todos.
–A modo de epílogo. Recuerdo que el caso precedente no es un recetario para la cocina
internacional ni la nacional. Por medio del libre debate de las cinco opciones precedentes podría
estar al alcance -no del fusil, sino- de mejores decisiones un porvenir de más bienestar y mejores
logros para todos los afectados por el caso en cuestión.
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Por ende, retomando el ejercicio académico de los estudios de caso, una cuarta y última pregunta
a propósito del mismo asunto: ¿por qué haría usted lo que decide propiciar con su decisión o
indecisión a propósito de Haití y de la República Dominicana?
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PUBLICACIONES digitales DE LA UEH
UEH – Biblioteca Publicaciones Actualizada julio, 2022
https://drive.google.com/drive/folders/1uxBsXGX6XW9po1CZyryHOZoRlsh_qby?usp=sharing
Memoria Analítica de Datos e Informaciones
• Año 1, No. 1. Julio-Septiembre 2021.
• Año 1, No. 2. Octubre-Diciembre 2021
• Año 2, No. 1. Enero-Marzo 2022
• Año 2, No. 2. Abril-Junio 2022
Monitor Estadístico de Haití
• Comercio exterior de bienes de República Dominicana con la República
de Haití durante los ocho primeros meses de 2019, 2020 y 2021. Año 1,
No. 2. 22 de octubre 2021
• Comercio binacional de mercaderías entre República Dominicana y la
República de Haití en los nueve primeros meses de 2019, 2020 y 2021.
Año 1, No. 2, 17 de noviembre 2021
• Mercado bilateral domínico haitiano de bienes durante los 10 primeros
meses del los años 2019, 2020 y 2021. Año 1, Número 4, 2 de diciembre
2021
• Comercio exterior de bienes de la República de Haití con Estados
Unidos desde 1999 y 2007 hasta enero-octubre 2021. Año 1,
Número 5, de 9 de diciembre 2021
• Mercado externo de bienes de la República de Haití con Estados
Unidos, desde 1999 y 2007 hasta enero-noviembre 2021. Año 1,
Número 6, 16 de diciembre 2021
• Mercado binacional de bienes de República Dominicana con la
República de Haití, durante enero-noviembre de los años 2019, 2020
y 2021. Año 1, Número 7, 23 de diciembre 2021
• Comercio exterior de alimentos y animales vivos de la República de
Haití con Estados Unidos, desde 1999 y 2007 hasta eneronoviembre de 2021. Año 1, Número 8, de 30 de diciembre 2021
• Comercio exterior de bienes de la República de Haití con Estados
Unidos desde 1999 y 2007 hasta enero-diciembre 2021. Año 1, No.
9, 6 de enero 2022
• Comercio exterior de bienes de la República de Haití con Estados
Unidos desde 1999 y 2007 hasta enero 2022. Año 1, No. 10, 13 de
enero 2022
• Comercio exterior de bienes de la República de Haití con Estados
Unidos desde 1999 y 2007 hasta enero-febrero 2022, No. 11. 13 de
enero 2022
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Cuadernos de Diálogo y Discusiones
• Haití: una realidad caótica y 10 opciones realistas. Año 1, No. 1. 2
de noviembre de 2021
• Una pregunta presidencial -¿con ellos es que van a conversar?- sin
responder. Año 1, No. 2, 18 de noviembre 2021
• Balanza comercial superavitaria de bienes de República
Dominicana con la República de Haití en los primeros nueve meses
de 2019, 2020 y 2021. Año 1, No. 3. 26 de noviembre 2021
• A Corporate America Partnership with Haiti is a Win-Win Deal for
the U.S. Light Manufacturing Sector and Haiti’s Economic
Recovery. Año 1, No. 4. 1 de diciembre 2021
• Reputación de una Nación. Año 1, No. 5, 13 de diciembre 2021
• La cuestión fronteriza, al desnudo. Año 2, No. 6, 30 de mayo 2022
• Hacia un Haití emergente, 2030. Año 1, No. 7. 30 de junio 2022
• Crisis haitiana, cuatro tesis y una pregunta sin respuesta: ¿qué
hacer? Año 1, No. 8. 7 de julio 2022
• Caso Haití-República Dominicana. Año 1, No. 9. 8 de agosto 2022.
Breves Ensayos
• El drama haitiano: la in/gobernabilidad. Año 1, No. 1. Enero 2022
• El infortunio haitiano: la infelicidad. Año 1, No.2. Abril 2022
• Factores económicos y demográficos que estimulan la inmigración
haitiana hacia la República Dominicana. Año 1, No. 3. Junio 2022
• New gang battle lines scar Haiti as political deadlock persists, Año
1, No. 4, Agosto 2022.