Por: Amín Cruz
“La humanidad no puede sobrevivir las múltiples crisis que afronta si no trabaja en conjunto y con respeto a todos los pueblos y toda la vida del planeta”. António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas.
Durante la Cumbre de Desarrollo Sostenible llevada a cabo del 25 al 27 de septiembre de 2015 en la sede de la ONU en Nueva York, y en resolución con fecha 25 del mismo mes del año, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en ella se estableció un mapa de navegación para la transformación económica, social y ambiental con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Ese compromiso internacional de la ONU es hacer frente a los retos sociales, económicos y medioambientales de la globalización, poniendo en el centro a las personas, el planeta, la prosperidad y la paz, así como inclusión social, la prosperidad, la protección del medio ambiente, y el respeto a los derechos humanos, bajo la voluntad de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia y reconociendo la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, es el mayor desafío que enfrenta el mundo, y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible, construida a nivel global promoviendo la inclusión participativa de cada uno de los sectores de la sociedad.
Todo estaba marchando bien, los gobiernos acordaron todo tipo de tratados ambiciosos, incluido el Acuerdo de París sobre cambio climático, el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres y la Agenda de Acción de Addis Abeba para financiar el desarrollo; por lo que este año 2020 nos han puesto de rodillas el Covid, un virus microscópico “el coronavirus”, rompe el paradigma y nos ha revelado la fragilidad de nuestro mundo ha propinado un fuerte golpe a las aspiraciones de Naciones Unidas para cumplir con la Agenda 2030.
Esto ha obligado a los países, entidades a restablecer sus prioridades y asignar recursos para enfrentar la pandemia y los ODS han pasado a un segundo plano, después de cinco años intentando que pasaran al primero de igual manera ha generado una crisis sanitaria, económica y social de enorme magnitud volviendo a demostrar, una vez más que detrás de cada crisis, hay una llamada a la ética del civismo y a la responsabilidad colectiva e individual, y aunque la agenda global se vaya a reordenar tras esta pandemia, no podemos retroceder en otras batallas abiertas y necesarias, como las que libramos contra el cambio climático o la desigualdad, y tendremos la necesidad de fortalecer la cooperación multilateral, la gobernanza y, sobre todo, la solidaridad mundial.
Nada será igual una vez superada la pandemia derivada por el COVID-19, la emergencia sanitaria pasará, desgraciadamente con centenas de miles o un millón de muertos, entrando en el calvario económico-financiero, ya iniciado en muchos casos, demostrado cómo la prevalencia de la pobreza, los sistemas de salud débiles, la falta de educación y de cooperación global agravan la crisis, la volatilidad, combinada en algunos países con la manipulación del mercado y del almacenamiento, ha afectado los precios de los alimentos, con efectos nocivos sobre la nutrición de los más vulnerables dónde en vez de morir del COVID-19 morirán de hambre.
Por ello se debe responder urgentemente y frenar los efectos de la pandemia, y al mismo tiempo ayudar en la actuación de los gobiernos y a la población para que puedan recuperar un futuro mejor y más resistente, es necesario orientarnos, reconstruirnos y transformando nuestro mundo en el de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, ya que no podemos volver a un modelo de producción y consumo que destruye la biodiversidad y genera el calentamiento global, no podemos volver a un modelo que pone el mercado en el centro en vez de poner el cuidado de las vidas en el centro, no podemos volver a un modelo individualista que no defiende la salud, la educación como bienes públicos, no podemos volver a un modelo donde los derechos humanos se ven vulnerados cada día, no podemos volver a un modelo donde las mujeres sufren discriminación y violencias por el hecho de ser mujeres.
Las Naciones Unidas, ONU, tiene que aceleración y transformación a ahora en la Asamblea General y reingenierizar los objetivos clave a trabajar para no dejar a nadie atrás, todos los países están pasando por la misma crisis, uno más otro menos, pero hay que apremiar y lograr un mundo más sostenible en el transcurrir de la Agenda 2030, transformando ser sociedades más inclusivas, sostenibles y resilientes y por una humanidad que sea, cada día más, una familia solidaria y justa. “El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de los sueños, reanudamos el camino hacia el 2030”.