CUENTO CORTO
(por Víctor Suárez)
La casa azul al final de la calle, grande y solitaria, vieja como su pintura y su madera ya vencida por el tiempo y carcomidas por las polillas, triste y oscura, aunque rodeadas de otras casas, esta se ve desolada, infecunda al fondo de mi calle. Todo gira alrededor de esta casa, en este pueblo, en especial en esta calle, en este barrio, siempre hay un más allá de la casa azul, al lado de la casa azul, antes de llegar a la casa azul, eso es por la calle de la casa azul, en esta casa no hay más alegría que la que ponemos nosotros cada noche, cuando bajo la luz de la lámpara del frente jugamos a la pisa cola, hasta antes de las diez cuando desde nuestras casas comienzan a llamarnos, porque es la hora de ir a la cama. ¿Por qué tanto misterio alrededor de esta casa? Me preguntaba yo algunas noches cuando me tocaba correr por el patio oscuro y escabroso, donde se sentía un ambiente pesado, un aura saturada de soledad, de vez en cuando se veían por las rendijas de la casa, unos ojos negros, grandes y avejentados, cargados de tristeza que se perdían en la distancia y en el tiempo como pidiendo silencio, la situación de la casa azul, a todos le pasaba desapercibido, pero a mí, aquello me estaba calcinando por dentro, por saber el porqué del misterio de la casa azul al final de la calle. Así que un día abordé a mi madre de manera avíspente. Ah. La casa azul, doña Rosa ya con sus cuarenta y tantos años, ¿se llama doña rosa? Pregunté, si, contestaba mi madre mientras continuaba, hace mucho tiempo cuando todas crecíamos aquí, con la adolescencia en los labios, los padres de rosa murieron en un fatal accidente, ellos eran personas muy adineradas y era una pareja muy unida, trabajaban juntos y siempre estaban juntos, Rosa era su única hija, después de ese accidente ella cayó en una terrible depresión, ella quedó sola completamente sola, Rosa era la más bonita de todas nosotras, tenía muchos pretendientes. Un hombre que era su más ferviente admirador era el doctor Cabrera, el cual la sacó con su inteligencia y con medicamentos, de aquella situación en la que se encontraba y volvió a renacer bella y contenta, ella se enamoró de él locamente, yo digo que ella encontró en él, el apoyo que había perdido al perder sus padres y aquel romance era como de novela, se adoraban, él era un hombre elegante, alto, fuerte, interesante, cualquiera de nosotras hubiera caído en sus brazos, yo lo sé, él tenía todo lo que una mujer necesitaba para ser feliz, pero lo que no sé sabía era que el doctor era un hombre casado. Él venía a este pueblo de lunes a viernes a su trabajo toda su vida familiar pasaba inadvertida, pero un día, como todo en la vida, todo se supo acerca de su doble vida y desde entonces rosa se encerró en su casa y en su corazón, cerro las puertas de su vida a todo el mundo y nunca más nadie la ha vuelto a ver excepto Juanita que le hace algunas cosas, en la casa y en el mercado, muchas veces traté de cuestionarla sobre la vida de Rosa allí encerrada, pero esa es peor, tiene candado en la lengua. El doctor Cabrera vino cada tarde por un largo tiempo y se sentaba al frente de la casa a hablarle, a pedirle a rogarle perdón, pero ella nunca lo perdonó, nunca le abrió la puerta, por las noches le traía serenatas, pero ella jamás abrió sus puertas. Sin embargo, he sabido por todos en el pueblo que el doctor Cabrera ha enviudado, él no ha venido más por aquí desde hace un largo tiempo, como ellos se querían tanto quién sabe él la busque nuevamente.
Aunque ya de eso hace más de veinte y cinco años, tal vez ella vuelva a salir de ese laberinto emocional donde permanece metida. Porque aparte de que él es el único amor de su vida, tiene todo el dinero del mundo, y ella será la reina de las mansiones que él posee, porque él tampoco tiene a nadie que yo sepa, que se interese por sus bienes, muchos sirvientes, eso sí. Rosa no sabe cuando llueve, ni cuando sale el sol, ella no sabe cuando florece el jardín, ni se imagina lo que ha avanzado el mundo, ella construyó su propia prisión y se encerró para siempre. Nosotros seguíamos noche tras noche bajo la luz de la lámpara en frente de la casa azul, para mí ya no era extraña la casa ni lo que pasaba en su interior, porque se le tiene más miedo a lo desconocido que a lo que se conoce. ¿Pero y este será el final de la vida de doña Rosa? Me preguntaba, una persona que vino al mundo a sufrir sin saber nada, sin conocer nada, dentro de mí, yo tenía la corazonada de que ese no era el desenlace de la vida de doña rosa, y así fue. Una tarde cuando nos disponíamos a comenzar nuestro juego de cada noche, la calle comenzó a llenarse de carros caros, de gente elegante, de música, regalos y todos paraban frente a la casa azul, nosotros estábamos en embeleso antes tal novedad en nuestra calle, más tarde llegaban el doctor Cabrera elegantemente vestido y el juez del pueblo, con su libro de registro civil en las manos, se abrieron paso entre la multitud, alguien abrió desde afuera una de las puertas del frente de la casa, la cual cedía fácilmente por el deterioro en que se encontraba, entraron a la casa, todo estaba en total orden dentro no era lo mismo que afuera, todo estaba limpio y cada cosa en su lugar. La gente comenzó a posicionarse, las mujeres, preparaban refrigerios mientras otras ayudaban a arreglar el púlpito desde donde el juez haría la ceremonia, aún nadie había visto a doña Rosa, mientras el doctor Cabrera hablaba en voz alta como si estuviera recitando pidiéndole una vez más perdón por lo sucedido años atrás y pidiéndole fervientemente que se casaran ese mismo día, ella no respondía todos estaban en un hermético silencio esperando la voz de Rosa, una respuesta a la propuesta suplicante del doctor Cabrera, pero nada. Pasaba el tiempo y la gente comenzaba a impacientarse, las muchachas hacían brindis y nosotros sentados en la acera de enfrente esperando el desenlace. Las habitaciones de la casa, estaban en el segundo piso, las escaleras, viejas, pero limpias, estaban esperando, como todos los presentes, que subiera el doctor Cabrera o que bajara Rosa, el Juez seguía lentamente ojeando el libro sobre la mesa, en su paciente espera, cuándo la puerta del cuarto comenzó a abrirse pesadamente, todos miraron hacia arriba mientras el silencio se apoderó de la casa. Doña Rosa se asomó a la escalera, y todo se iluminó a su derredor, estaba más linda que una estrella, brillante como el sol, sin una sonrisa en sus labios, pero había dulzura en su mirada, vestida de blanco como si estuviera esperando este día con su vestido de bodas sobre la cama Juanita le seguía detrás, comenzó a bajar la escalinata y el doctor Cabrera corrió a encontrarla y en mitad de la escalera se fundieron en un abrazo largo como los años perdidos, la gente irrumpieron en un corrido aplauso, mientras ellos permanecían abrazados. El juez, solamente atinó a decir, los declaro marido y mujer, mientras ellos caminaban abrazados al lujoso auto que los llevaría al desconocido lugar de su luna de miel.