Por Ramón López Ynoa
El gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), acaba de cumplir
dos años manejando las cosas públicas y no se puede decir que el
balance, en término de resolver los problemas nacionales, le sea
favorable. Y es que al PRM le llegó el gobierno sin esperarlo y sin
estar preparado para ejercerlo y sus ejecutorias, sus escándalos
administrativos, muchas veces salpicados con implicaciones morales, y
la violencia menudeada en los más altos niveles de la administración
pública, distan mucho de aquel ilusorio cambio que le vendió a la
sociedad dominicana.
El pueblo no ha visto el cambio que esperaba y los dirigentes del
partido gobernante lo saben y es debido a ello que, en su actual
proceso de renovación dirigencial, han procurado no hacer ruidos
innecesarios y que el mismo pase sin traumas mayores. De ahí el
llamado “consenso” previo a la consulta eleccionaria de sus
dirigentes.
La insatisfacción de las promesas incumplidas, el inconformismo de su
propia militancia y la ausencia de una política estatal unificada y
coherente a favor de la mayoría desposeída, han imposibilitado que el
PRM se convierta en el partido de esta mayoría, porque, aunque ganó
las elecciones de 2020, lo fue gracias a la migración de la voluntad
política de una franja de la población que no era perremeísta y que
aún sigue siendo no perremeísta.
Los dos primeros años de gobierno del PRM han sido suficientes para
dejar al descubierto el engaño que escondía en las llamadas “marchas
verdes” y en las concentraciones de la “Plaza de la Bandera”. Éstas
sólo fueron señales de humo de manera que muchos han llegado a pedir
perdón al pueblo dominicano por haber participado en unas actividades
que se pensaban cívicas, pero, que terminaron siendo políticas,
aupadas por una organización que no las ha honrado.
El escenario político se está definiendo alrededor de dos grandes
organizaciones políticas, el PRM, partido gobernante, y el PLD con 20
años de experiencia en la gobernanza del país, y una tercera, la
Fuerza del Pueblo, una organización de reciente formación, pero,
liderada por el tres veces presidente de la República, el doctor
Leonel Fernández.
La Fuerza del Pueblo es aún una organización en cierne y requerirá de
mayor tiempo para que pueda convertirse en opción viable, y bajo las
premisas de que el partido gobernante no ha podido lograr que el
pueblo lo asuma como el de la solución a sus males, no es esperable
que el PRM conserve el favor popular que lo llevó al poder en 2020.
En los actuales momentos se observa cómo, en la recomposición de las
fuerzas políticas de cara al 2024, el Partido de la Liberación
Dominicana, con una estrategia global única, emergente y certera,
demuestra capacidad de auto-regeneración y reproducción, y va
recuperando, a pasos agigantados, dentro de una arquitectura de nuevas
estrategias partidarias complementarias, el favor popular que otrora
lo llevó al solio presidencial.
Una muestra de ello es que las actividades que realiza por todo el
país el aspirante a la nominación presidencial por el PLD, el
licenciado Abel Martínez, bajo la consigna de “quien cambia una ciudad
cambia un país” ha concitado tanto apoyo y entusiasmo en el pueblo que
ya se percibe en la psiquis colectiva como si fuera el candidato
oficial de esta organización política.
Con una oposición nucleada para desplazarlo del poder, tal parece que
el Partido Revolucionario Moderno tendrá que vérsela en el 2024 con un
Partido de la Liberación Dominicana renovado, decidido, con una
organización política que ha sabido asumir las causas de su derrota
electoral de 2020 y que ahora emerge como un partido nuevo, auto
regenerado, con nuevas propuestas, con caras frescas, y en sintonía
con las actuales realidades del espectro social dominicano.
El autor es catedrático de la UASD